“Porque, en último término, todo lo que el hombre sabe y espera del
Universo, todo lo que el hombre cree, depende de la manera como se ve a sí
mismo. El hombre no puede concebir nada sino a través de su propia concepción.”
Estas palabras de Francisco Miró Quesada me llevan a pensar en qué parte del
Universo representa cada ser humano, cada persona, cada hombre o mujer.
Coincido con el pensamiento de Blaise Pascal, quien cree que el hombre es una
parte ínfima en la inmensidad del Universo y su existencia es mínima en
relación con el tiempo cósmico; difiero por el hecho de que aunque seamos tan
sólo una pequeña parte del Universo, una persona puede realizar grandes cambios
en nuestro planeta, tal vez incluso tener una consecuencia en el Universo, en
un futuro distante. Esto puedo relacionarlo con la afirmación de D’Holbach,
quien acusa al hombre de soberbia, al creerse dueño de la naturaleza, cuando
ésta no está hecha para servirle sino que utilizando el pensamiento podría
aprovechar los recursos que ella le brinda de la mejor manera, sin dañarla. Una
herramienta de mucha importancia que posee el hombre, y lo ayuda a lograr
muchos de estos cambios, es el conocimiento racional, que expresa a través de
la palabra. Este conocimiento lo ayuda a darse cuenta de las cosas, decidir
libremente entre varias opciones, y tener voluntad para actuar; a la vez,
Aristóteles lo diferencia del conocimiento sensible de los animales, que
aprenden las cosas a través de los sentidos, es por esto que un animal no sería
capaz de lograr grandes innovaciones como lo hacen los seres humanos. Pascal
habla también sobre el pensamiento, pero no estoy de acuerdo con lo que dice
sobre que el hombre sólo debe reflexionar sobre Dios y su propia condición de
miserable, porque en algún punto esto termina volviéndose egoísta. A mi
parecer, no debemos sentirnos superiores a Dios ya que es él quien nos creó,
pero no hasta el punto que este autor afirma. Puedo destacar que a pesar de que
Dios nos creó a su imagen y semejanza, cada uno de nosotros tiene diferentes
cualidades que nos distinguen de los demás, y nos hacen ser nosotros mismos y
no otro, las que Aristóteles denomina accidentes en la sustancia.
Desde mi punto de vista, nada sería posible si no fuera porque poseemos
un alma, que hace que las personas tengamos sentimientos, y nos hace ser seres
animados; si no fuera por el alma, básicamente no seríamos nada. También, opino
que el alma no puede separarse del hombre (D’Holbach dice que le es inherente);
y desde muy chica me dijeron que cuando una persona muere “va al Cielo”
mientras que su cuerpo permanece en la Tierra, así que de alguna forma crecí
con este pensamiento.
De esta forma, basándome en
parte en lo que sostenía cada autor, y algunas opiniones que me son propias y
otras de cierta forma inculcadas, siento que puedo finalizar este ensayo
habiendo expresado mi pensamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario