domingo, 30 de junio de 2013

El hombre (Micaela Sfeir)

“Porque, en último término, todo lo que el hombre sabe y espera del Universo, todo lo que el hombre cree, depende de la manera como se ve a sí mismo. El hombre no puede concebir nada sino a través de su propia concepción.” Estas palabras de Francisco Miró Quesada me llevan a pensar en qué parte del Universo representa cada ser humano, cada persona, cada hombre o mujer. Coincido con el pensamiento de Blaise Pascal, quien cree que el hombre es una parte ínfima en la inmensidad del Universo y su existencia es mínima en relación con el tiempo cósmico; difiero por el hecho de que aunque seamos tan sólo una pequeña parte del Universo, una persona puede realizar grandes cambios en nuestro planeta, tal vez incluso tener una consecuencia en el Universo, en un futuro distante. Esto puedo relacionarlo con la afirmación de D’Holbach, quien acusa al hombre de soberbia, al creerse dueño de la naturaleza, cuando ésta no está hecha para servirle sino que utilizando el pensamiento podría aprovechar los recursos que ella le brinda de la mejor manera, sin dañarla. Una herramienta de mucha importancia que posee el hombre, y lo ayuda a lograr muchos de estos cambios, es el conocimiento racional, que expresa a través de la palabra. Este conocimiento lo ayuda a darse cuenta de las cosas, decidir libremente entre varias opciones, y tener voluntad para actuar; a la vez, Aristóteles lo diferencia del conocimiento sensible de los animales, que aprenden las cosas a través de los sentidos, es por esto que un animal no sería capaz de lograr grandes innovaciones como lo hacen los seres humanos. Pascal habla también sobre el pensamiento, pero no estoy de acuerdo con lo que dice sobre que el hombre sólo debe reflexionar sobre Dios y su propia condición de miserable, porque en algún punto esto termina volviéndose egoísta. A mi parecer, no debemos sentirnos superiores a Dios ya que es él quien nos creó, pero no hasta el punto que este autor afirma. Puedo destacar que a pesar de que Dios nos creó a su imagen y semejanza, cada uno de nosotros tiene diferentes cualidades que nos distinguen de los demás, y nos hacen ser nosotros mismos y no otro, las que Aristóteles denomina accidentes en la sustancia.
Desde mi punto de vista, nada sería posible si no fuera porque poseemos un alma, que hace que las personas tengamos sentimientos, y nos hace ser seres animados; si no fuera por el alma, básicamente no seríamos nada. También, opino que el alma no puede separarse del hombre (D’Holbach dice que le es inherente); y desde muy chica me dijeron que cuando una persona muere “va al Cielo” mientras que su cuerpo permanece en la Tierra, así que de alguna forma crecí con este pensamiento.
De esta forma, basándome en parte en lo que sostenía cada autor, y algunas opiniones que me son propias y otras de cierta forma inculcadas, siento que puedo finalizar este ensayo habiendo expresado mi pensamiento.

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